5 de septiembre de 2009

EL RETORNO DE LOS GUERREROS



Ecoaldea Huehuecóyotl

24-09-09

Bueno gran familia, finalmente, aquí estamos!

Una vez más, una misión que parecía bien difícil, casi imposible, logró completarse de la manera más mágica y maravillosa imaginable. Les estoy escribiendo desde nuestra ecoaldea de Huehuecóyotl, situada en la Sierra del Tepozteco, en México, para contarles cómo, tanto la “Mazorca” guerrera, como yo mismo, este Coyote necio y testarudo que ya conocen, conseguimos unir nuestra visión con la generosa acción de muchos de ustedes, para poderlo finalmente lograr.

Regresando un poco en el tiempo, mi último comunicado fue enviado después del Foro Social Mundial de Belem, Brasil, conjuntamente con el de nuestra hermana Leonor de Venezuela, para contarles que había tomado la decisión de cerrar el ciclo de 13 años de peregrinaje con la Caravana Arcoiris por los caminos del sur de las Américas, y que había llegado la hora de emprender el retorno para el norte. Para México. Para Huehuecóyotl.
En el mes de abril dejamos nuestra lindísima base de la Arte Fazenda y a nuestra hermana Izer y sus hijos Pablo y Emerson, en un paraíso amazónico cerca de Apeú, y nos dirigimos a Belém de nuevo, esta vez, hospedados por un gran hermano, Cícero, en su Centro Espirita de la Fiquida Luz, en un barrio en las afueras de la ciudad llamado Ananindeua.

Comenzó entonces la difícil tarea de deshacer ese mundito especial que con muchísimos esfuerzos construimos a lo largo de 13 años de viaje y para mi, un año más de preparativos, ese mundito que fue la Caravana desde que la pensé por primera vez en un Rainbow en Nuevo México en1995, hasta la salida de la “Mazorca” de aquí mismo, de Huehuecóyotl en 1996, el cruce de Panamá a Colombia en 1997, y de ahí en adelante, todas las aventuras que muchos de ustedes han compartido de una u otra manera con nosotros, recorriendo en un total, 17 países, a lo largo de todos estos increíbles años.

Fue triste tener que deshacernos de la mayor parte de nuestros vehículos: La fiel y guapa “Wipala” fue donada a Don Nelson, junto con su remolque “Águila,” este último llevando una tonelada de regalos para el quilombo de Sao José da Serra, para la comunidad afro brasileña de nuestra hermana Luzia y sus hijitos, Dieguinho y Abayomì, este último, un lindo guerrerito nacido del amor entre Luzia y Nelson al paso de la Caravana por su aldea.

Fue duro tener que vender nuestro potente camión de carga, el “Ganesh” y nuestra “Kombi”, la más utilizada de las naves, la que por años nos permitió movilizarnos rápido, hacer compras, diligencias, relaciones públicas y paseos por la ciudad y sus alrededores.

Fue muy complicado conseguir, venciendo mil dificultades, dudas, trabas, embarcar en un gran container a la gran “Mazorca” y su remolque, la cocina “Caracola,” metiendo en ellos todo lo que no donamos, regalamos o distribuimos entre los últimos tripulantes y pasajeros de la Caravana y nuestros vecinos en Ananindeua.
Del dinero producto de la venta de los dos vehículos, una parte fue dedicada al embarque y traslado de la “Mazorca” de Belén a Veracruz, y la otra para asegurar que todos los leales guerreros y guerreras que quedaron con la Caravana hasta el final, tuvieran asegurados sus boletos de retorno a sus respectivas casas, adonde quiera que estas estuvieran.

Nos llevó tres intensos meses, a Verónica y a mi, llevar a cabo todo los pasos necesarios para resolver los asuntos logísticos y materiales del viaje, incluso los más complicados como el montado de nuestros dos vehículos en el contenedor abierto, una operación súper complicada con la ayuda de tres grúas y media docena de personas, debido el reducido espacio que quedaba para hacerlo. Y los interminables trámites con las diferentes mafias aduaneras, de la policía, de hacienda, viajes al puerto, etc. que buscaban todos los posibles trucos para alargar la decisión y para sacarnos más plata.

Luego vino la parte más sensible de enfrentar. Hasta el final del proyecto, contra viento y marea, en las buenas y las malas, un grupo pequeño pero decidido y leal a la Caravana, en este punto tuvieron que procurarse otro camino, ya que en Belén, los caminos del Sur legaron a su fin. Una vez que llegamos al Foro Social Mundial, sabíamos que incluso geográficamente, no tendríamos más adonde ir.

Nos quedaban solo algunas opciones. O nos embarcábamos en el Amazonas, con destino a Manaus, y de ahí tendríamos que subir por tierra a Venezuela, Colombia, para de nuevo encontrarnos en el impracticable Paso del Darién como en el año 1997. O nos embarcábamos rumbo a África, adonde en este momento no existen las posibilidades políticas, económicas ni de seguridad para emprender un proyecto como la Caravana. O retrocedíamos y regresábamos al Brasil que ya habíamos recorrido. O finalmente hacíamos lo que decidimos hacer. Cerrar un ciclo de 13 años, con un broche de oro, y después, cada uno o una, buscarse su propio destino.
Nelson, con media docena de los más jóvenes y recientes tripulantes de la Caravana, decidieron dirigirse al Encuentro Nacional de Comunidades Alternativas, que este año se reunió en la mágica Chapada de los Veadeiros, y continuar el viaje por el Brasil, con los mismos propósitos de la Caravana, aunque esta vez con Nelson como Capitán de la Wipala, y con autonomía total para decidir sus rutas y sus proyectos propios.

Mi gran compañera, Verónica y sus hijas, Karo y Sofia, que llevaban casi siete años en la Caravana, y que se habían ya graduado de todo lo que pudieron aprender de nuestra escuela Viva itinerante, también necesitaban un cambio. Y antes que nada, precisaban presentar algunas pruebas para el sistema educativo brasileño, que les permitiese revalidar varios de esos años de errancia y educación extra curricular y extra muros, para poder de ahí en adelante decidir si querían regresar a la academia, o profesionalizarse en lo que mejor les pareciera de lo mucho que aprendieron en el camino. O crear su propia Caravana, como Karo me ha contado en alguna de sus cartas.

Después de siete años se tornaron en tres caravaneras expertas, listas para enfrentar cualquier reto, con magníficas herramientas para seguir sobresaliendo en lo que decidan hacer de aquí en adelante. Además, tenían pendiente un regreso al Ecuador, adonde en todos estos largos años no pudieron ni siquiera visitar para a sus familias, ni pasar unas navidades o fines de año con ellos. Así que, justamente, su decisión fue la de conseguir sus diplomas, y viajar a su país para re-encontrarse con sus padres, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos y demás seres queridos, como yo también precisaba hacerlo en México con mis relaciones más cercanas. Después de muchos años de dar y dar a nuestra familia grande latinoamericana y a la Pachamama, necesitábamos darnos un poco a nosotros mismos y a nuestras familias chicas en nuestros respectivos países, en nuestros propios terruños.

Una vez cumplidas estas etapas, los dos, Vero y yo tomaremos la siguiente decisión, esperando ambos que nuestros caminos puedan juntarse de nuevo, aquí, allí, en donde quiera que el Gran Misterio nos de sus señales para reconocer la mejor ruta para emprender una nueva caminada, lado a lado. Llegar a esa conclusión, unidos como estamos, no fue, ni es, ni será una tarea fácil. Una prueba más, sin duda alguna. Y la vida es así, nos pone a prueba todo el tiempo, para seguir el camino de nuestros corazones.

Mi salud, como muchos saben, en estos dos últimos años no era de las mejores. Una serie de problemas con las vías respiratorias se ha convertido en una situación crónica, y una sinusitis-rinitis muy molesta, se me ha complicado varias veces con unas bronco-neumonías que en varias ocasiones me han hecho parar en el hospital. Tratamientos diversos, de toda índole, naturales, homeopáticos, alopáticos, no consiguieron en este tiempo parar el proceso, sino que mi condición fue empeorando con el paso de los meses. Vivir al aire libre, es sano, cuando uno esta sano. Vivir bajo la lluvia constantemente como nos pasó en los dos últimos años, es maravilloso, cuando uno es planta. Dormir en un autobús metálico, expuesto a los hongos y al moho, es un campo muy fértil para ese tipo de cultivos, pero no para unos bronquios que no lograban estar secos ya por demasiado tiempo.

Era tiempo también de darme un respiro y pasar unos meses en un ambiente más propicio para mejorar mi sistema inmunitario. Para recuperar mis fuerzas y mi energía vital, que a últimas fechas, me costaba mucho regenerar después de cada una de las misiones en las que nos metíamos. El Foro Social Mundial, con todos sus maravillosos logros, la Aldea de Paz, con su éxito indudable, fueron la puntilla que me hizo decidirme a aceptar que un fin de ciclo se estaba aproximando. Además del trabajo enorme de ser de los primeros en llegar a Belén y montar la Aldea, de recibir a más de 1000 acampados y de sostenerla durante la semana del Foro, y de quedarnos hasta ser los últimos en la fase de limpieza y recogida, pasamos prácticamente un mes bajo la lluvia, y no cualquier lluvia, sino verdaderas tormentas amazónicas, cada día y cada noche del evento.

Caminando sobre el lodo, comiendo sobre el lodo, danzando sobre el lodo, trabajando sobre el lodo, ceremoniando sobre el lodo, recibiendo a la prensa nacional e internacional bajo el lodo….durmiendo sobre el lodo, montando carpas y desmontándolas sobre el lodo.

Así pues, muchas circunstancias fueron convergiendo, hasta el último momento esperando que nuestro segundo proyecto, seleccionado, premiado y aprobado por el Ministerio de la Cultura, para dar continuación al exitoso primer proyecto como Pontón de Cultura Viva Itinerante, se reanudase. Hasta la fecha de mi partida, y hasta este momento que escribo, la Secretaría responsable de liberar los fondos solo nos dio largas y más largas, perdiendo documentos, escondiéndolos, volviéndolos a pedir, dos, tres, cuatro veces, manteniéndonos ansiosos con la esperanza de que a final de cuenta, las cosas se resolvieran y pudiéramos seguir viajando con el apoyo del Ministerio.

Pero el Universo tenía otros planes, ya que debido a una mezcla de problemas organizativos internos de la administración y la burocracia brasileña, una de las peores que encontramos en este largo viaje por América del Sur, y debido a un problema causado por nuestros anteriores “asociados”, una organización indígena de Brasilia, cuyos líderes corruptos acabaron cometiendo un fraude contra la Caravana, y contra el mismo Ministerio de la Cultura, la oportunidad de continuar el proyecto se vinieron para abajo..

Nos encontramos pues ante la disyuntiva de seguir arrastrando una situación que ya se estaba extendiendo demasiado, o cerrar el ciclo y decidir que la Caravana ya había ampliamente cumplido todas sus misiones, la mayor parte exitosamente, y que era hora de pasar la página para ver de que manera continuaba, esta vez probablemente en el Norte, con nuevas ideas, una nueva estructura, con otra gente, y con algún proyecto temporal, específico y bien financiado. Después de más de 10 años de viaje, estábamos agotados de los proyectos abiertos, sin ruta, sin financiamiento, fuera del tiempo, como voluntarios t sin ningún apoyo institucional.

Se acercaba también el XIII aniversario de nuestra partida original de Huehuecóyotl. ¿No era esa una buena fecha para cerrar el ciclo? Una fecha propicia, trece años.

Teníamos que leer el hecho de que estábamos enfrentando una serie de circunstancias adversas, y que probablemente esa era la señal que habíamos pedido, y que nos estaba mandando el Universo. No había más duda, solo había que tomar la decisión y dar los pasos correspondientes.

El 18 de julio celebramos en una taquería mexicana, la única de Belén, nuestro aniversario, con tacos, burritos, quesadillas, obvio, y con horchata y un par de botellas de sidra. Brindamos y agradecimos por todo lo vivido, a todos los caravaneros del pasado, a todos y todas nuestras aliadas del mundo entero, y en ese momento, sobre todo a quienes respondieron con sus donaciones, rezos, bendiciones, felicitaciones, apoyo moral y económico para poder completar el costo considerable del embarco de la “Mazorca” y su retorno a México.

En el contenedor viajaron también toda nuestra numerosa y pesada biblioteca, videoteca, hemeroteca, mas 10 cajas extras de libros, DVD´s, revistas, archivos, fotos, memorias todas de la Caravana, recogidas a lo largo de los 13 años de viaje. Además, en el trailer logramos enviar también la Carpa Mágica, nuestro equipo de luces, de sonido, el trapecio, material para talleres, vestuarios, zancos y todo lo que pueda ser utilizado para continuar la tarea en cuanto decidamos cómo, donde y quien hacerlo.

En Caracas, Leonor y nuestros amigos venezolanos organizaron entonces varios eventos para recaudar fondos para conseguirme un boleto de avión desde Belén, y justamente este fue reservado y me fue enviado para volar el día 19 de julio, al día siguiente de nuestra celebración de aniversario. Otra sincronía interesante. Y ese domingo, último día mio en Brasil, vendimos nuestra kombi a una familia del barrio de Ananindeua, nuestros vecinos, que se hicieron así de su primer vehículo familiar. Y en medio de mil despedidas, lágrimas, abrazos, besos, promesas, saudades inmensas de todo tipo, comencé mi regreso a “casa”, después de haber vivido 13 años en un autobús, sintiéndome estar “en casa” en cada uno de los sitios donde nos detuvimos, y de mantener juntos por siete años, una familia con Vero y las dos chicas, primeras niñas que vivieron toda su adolescencia en la Caravana.

En Caracas, una comitiva ya me tenía programados cuatro días intensos de visitas a distintos médicos, de distintas especialidades, sistémicos, homeópatas, otorrinolaringólogos, de enfermedades tropicales, e incluso de medicina china, con acupuntura, bioenergética, rayos X, tomografías, exámenes de sangre, moksa y reflexología Recibí masajes, reiki, y abrazos, cariño, apoyo, de toda la gran familia venezolana, no solo de Caracas, sino también de Maracaibo, Puerto La Cruz, Barquisimeto, el Paují, la Gran Sabana y Mérida. Un arcoiris de amor incondicional, la mejor de las medicinas, de agradecimiento, reconocimiento, personal y por todo lo sembrado en estos años por la Caravana, por todos los caravaneros que hicieron esta epopeya posible.

Aparte de eso, participé en varios eventos, el cierre del Congreso Noosférico local, el Día Fuera del Tiempo, di entrevistas para varios hermanitos que están en las áreas de de audiovisuales, me encontré con gente nueva, que está realizando un trabajo muy similar que el que la Caravana vino sembrando en el camino, con viejos hermanos con quienes compartimos aventuras fuera de serie en el pasado, y, para culminar, fui raptado y llevado al mar, para pasar un día en un velero, nadando, bebiendo el sol y la sal marina, con una compañía linda y generosa, comiendo pescadito fresco y frutos del mar, para de ese paseo ser llevado directamente al aeropuerto para seguir el viaje.

Esta segunda etapa, de Caracas a México, fue otro milagro conseguido por las tribus de España, cuando una joya de mujer lanzó el mensaje de que el Coyote necesitaba un boleto para regresar a su país de origen. Solo cuando estaba por subir al avión me di cuenta de dos cosas sorprendentes que me llenaron el alma de alegría, la ruta era Caracas-La Habana-DF, es decir, iba a parar, al menos un par de horas en la tierra de mis ancestros, adonde no pude nunca llegar con la Caravana, y la reservación era en Primera Clase….No tengo palabras para ustedes chicos y chicas hispanekas!!!
Bueno, el resto ha sido el lento aterrizaje aquí a Huehuecóyotl, que no ha sido fácil, pues a dos días de llegar comenzaron una serie de viajecitos internos. Al DF, varias veces, y sobre todo al puerto de Veracruz, adonde nos dirigimos Odín, mi hijo, y yo, con una veterana caravanera, Ale, para la operación “Rescate” de la Mazorca, después de su largo viaje marítimo, desde Belén, pasando por las Islas Bahamas, hasta Veracruz.

En el puerto acabamos pasando 5 días, entre esperas, trámites, pagos, mordidas, idas a la playa, paseos por el malecón, hasta finalmente lograr que la carga saliera de la aduana, y pudiéramos tenerla lista para su primer viaje en este ciclo de Veracruz a Huehuecóyotl. Luego pasamos casi un día arreglando un par de neumáticos ponchados, enderezando un eje de la Caracola que fue doblado al subirla con la grúa, reparando un muelle que se rompió por el exceso de peso, pasando la mayor parte de la carga del remolque a la “Mazorca,” que aguanta más que nuestro carromato hechizo. Finalmente, el sábado 8 de agosto tomamos de nuevo la carretera, para un recorrido que a la ida, con Odín nos tomó cuatro horas, y que al regreso, al paso Caravanero, nos tomó màs de doce. La difícil subida a las Cumbres de Maltrata, (que nos trató como su nombre lo indica), fueron el episodio más largo, lento y rompe nervios del viaje, en medio de la bruma y manejando sin parar ascendiendo a 20 km/hr por horas, entre media noche y el amanecer. Finalmente entramos por el portón de Huehuecóyotl, a las seis de la madrugada del domingo 9 de agosto.

La estancia en el puerto fue linda, gracias al hospedaje y la visita de dos hermanitas del alma, que nos recibieron y acompañaron en esa larga espera, y la hicieron muy agradable, amena y divertida. Gracias también a ustedes, Ale Cerdeño y Micaela, angelitas del camino.

Y así voy llegando al día de hoy, y a ir cerrando este Comunicado antes de que se vuelva, como muchos de los otros que envié, interminable. Estoy en Huehuecóyotl, re-instalándome en esta ecoaldea que fundé en 1982, y que fue seleccionada hace poco en la Revista Communities, como una de las “10 más bellas del mundo”, por un panel internacional de 15 viajeros, especialistas en comunidades intencionales y ecoaldeas.

Felizmente me he reencontrado hasta ahora con dos de mis adorados hijos, Mayura y Odín, con mis cuatro nietos, incluyendo a la más reciente, Blanca Nayeli, que aún no conocía, Arún, Sebastian y Amaya; con Gerda y Lourdes, queridas madres de tres de nuestros hijos comunes, del clan de los nuevos Ruzes; con mi efectivo yerno David y mi linda nuera Saidi, con mi hermano Jorge, con el espíritu de mi madre, Blanca, que me dio las alas para emprender esta y mil otras aventuras; con el espíritu de Huehue, el Viejo, viejo Coyote, y con docenas de mis hermanos y hermanas más queridos de estas tierras. Gente toda especial que cada día reencuentro en las calles de Tepoztlán, nuestro pueblo mágico, en su alucinante mercado, en las fiestas y en las reuniones, que aquí no necesitan de muchas excusas para darse.

Ahora estoy intentando reencontrarme conmigo mismo, la parte más difícil, y de adaptarme a vivir sin la tribu a mi alrededor el tiempo todo, sin mi compañera Vero amaneciendo cada mañana a mi lado, sin mi camita en la Mazorca, aunque esté aquí cerquita a menos de 50 metros de mi nueva casa, después de tantos años de esa vida nómada, sin arraigo al sitio, a las costumbres, a los sabores, a la gente, pues en la Caravana hay que estar siempre listos para arrancar y seguir adelante. Y sin esas metas que nos fueron llevando a través de diez y siete países, rompiendo fronteras, y nos permitieron convivir con personas tan diversas y con los moradores de centenares de comunidades, por todas las geografías por las que pasamos.

Pero eso ya forma parte del próximo capítulo. Ahora, es hora de organizarme de nuevo, instalarme, crearme una rutina y encontrar la manera de sustentarme. Terminar el libro en el que estoy metido hace unos meses, “Negras raíces, Corazón Arcoiris” que espero poder publicar en su primera edición antes del fin de año en Caracas. Y respirar, reaprender a tomarme las cosas con calma, comer despacio, dormir todo lo que necesite, ver a la gente cuando quiera y pueda, y tener tiempo para observar y oír, a todo mi alrededor, antes de volver a las andadas.

Solo quiero finalmente agradecer, agradecer, agradecer, a la vida, a tod@s ustedes, a tod@s los caravaneros de siempre, a tod@s quienes nos acompañaron parte del viaje, los que nos mandaron su apoyo, en muchas formas, sobre todo cuando más lo necesitamos. Agradecer especialmente a mi maravillosa compañera Vero, al leal Nelson y a los centenares de chicos y chicas de todas las épocas, que tuvieron la oportunidad de pasar un tiempo en esa maravillosa Escuela de Vida que fue, y probablemente será algún día de nuevo, la Caravana Arcoiris por la Paz.

Les mando mil bendiciones, mil abrazos, mil besos, para que alcancen para tod@s....Los que nos conocieron personalmente, los que solo supieron de nosotros a través de otros, los ángeles del camino, las fuerzas invisibles, los guías y maestros, al Gran Misterio, al Universo y a todas nuestras relaciones, aquí y siempre.

O’Mta Ku Oyasim

El Coyote Alberto Ruz